No te culpes por no querer a tus familiares
No es por maldad o por ser un hijo/a, padre o madre poco agradecido. Es porque ser familia no da por sentado llevarse bien, se quieran y disfruten vacer actividades juntos.
Lo que hace que queramos estar cerca como familia entre individuos es que podamos ser personas con las que estar sea grato; tratar con cariño y respeto, animar moral o afectivamente, hacer saber lo que se siente evitando actuar las emociones. Por ello, ninguna persona debería parecerle extraño evitar estar o ir con miembros de la familia que hacen descalificaciones sobre formas de nuestro cuerpo, situaciones que no comprenden e intentan comparar mediante frases como ” en mis tiempos…”, “cuándo era joven…”, miembros familiares que hablan “mal” de otros miembros o aquellos que no compartirnos ninguna afinidad y opiniones marcadamente diferenciadas, que finge cariño o afecto para llevar la fiesta en paz. Las relaciones familiares también hieren.
En psicoterapia, se habla bastante de hijos en la adultez que no se han sentido queridos, hermanos que tuvieron que hacerse padres de sus hermanos/as para sostener la familia, padres que no supieron acercarse de una forma menos hostil a sus hijos, abuelas que son madres de sus nietos.
Por mucho tiempo, diría yo, históricamente basada en usos y costumbres morales se ha creído que posicionar el concepto de “familia” antes de todo es un equivalente a demostrar que se quiere “sobre todas las cosas”. Surgen las ambivalencia afectiva o las disonancias cognitivas de “quiero mucho a mi mamá/ papá, perooo…”, “adoro con todo mi corazón a mi tía, pero….” ser familia no garantiza ser amado.
Y claro, también existen excepciones de relaciones familiares sanas a lo largo del tiempo. Se construyeron con mediante el afecto hacia el respeto, honestidad. En está ocasión hago énfasis de no estar obligado a querer solo por ser familia, cuando las relaciones familiares no son favorecedoras.
Saludos, justo y necesario.