TUS NIÑOS NO TIENEN LA CULPA DEL MAL DÍA QUE TUVISTE
Tus niños no tienen la culpa de los problemas con tu pareja.
Tus niños no tienen la culpa de tus frustraciones
ni los malos ratos en tu trabajo.
No tienen la culpa de que se haya roto el condón o fallado la píldora anticonceptiva.
O simplemente, no tienen la culpa que tú no te hayas cuidado con responsabilidad.
Tus hijos no tienen la culpa de las heridas de tu infancia.
De tus penas, de tus miedos. De tu corazón roto.
Ellos llegaron para sanar, para enseñarte a amar de una manera que no imaginaste jamás.
Llegaron para darle un significado a tu vida, que tal vez antes no tenía. Para enseñarte a ser fuerte y resiliente.
Para enseñarte a luchar y salir adelante todos los días.
Es nuestra obligación, como papás, darles una infancia estable, sana, tranquila, mágica, contenida en besos, abrazos y presencia.
Nos equivocamos, es cierto.
Tropezamos y nos caemos, pero debemos saber limpiarnos las heridas y pedir perdón.
Aprender a ser papás cada día, no es fácil.
Debemos luchar contra nuestro cansancio,
penas, temores, situaciones no resueltas.
Seamos papás presentes, cariñosos, ocupados y preocupados con y para nuestros hijos.
Es el trabajo más importante, el que deja huella: formar personas. Personas de bien.
En ellos quedará el amor que pusimos en este camino durante su infancia. Eso es lo único, lo que más queda.
Nunca… nunca desquites tus frustraciones, tus enojos con ellos… esas personitas, se merecen todo nuestro respeto y amor… Mucho amor.
Autor anónimo